Vengo de Barcelona y, como muchos, soñaba con conocer Sudamérica de una forma auténtica. Pero también tenía una preocupación: ¿cómo viajar sin contribuir al cambio climático?
Fue en Cochabamba donde encontré la respuesta… y se llamaba Quantum E4 Montañero.
Nunca antes había conducido un auto eléctrico. Pensaba que sería complicado, lento o limitado. Pero en cuanto me senté al volante del E4 Montañero, supe que estaba equivocado. Compacto, silencioso y fácil de manejar, me sentí cómodo desde el primer minuto.
La ciudad me recibió con sol y montañas. Mi primera ruta fue hacia Tiquipaya, atravesando calles estrechas y colinas suaves. El auto respondió con fuerza, sin ruidos ni humo. Me impresionó el torque, ideal para zonas elevadas, y lo ágil que era al circular por tráfico urbano.
Recargué la batería en el alojamiento. Solo lo conecté a un enchufe común de 220V, y por la mañana estaba listo para seguir. Sin gasolina, sin complicaciones.
¿El gasto total? Muchísimo menos que un coche a combustible.
También visité Totora, un pueblo encantador lleno de historia. El Quantum me permitió viajar a mi ritmo, detenerme cuando quería y explorar lugares que los grandes vehículos turísticos no pueden alcanzar.
Pero más allá de lo técnico, hubo algo especial: la gente. Varios bolivianos me preguntaron sobre el auto. Se sorprendían cuando les decía que era boliviano, eléctrico y accesible. Me sentí parte de un movimiento local, de algo más grande que un simple viaje.
Viajar en un auto eléctrico, fabricado en Bolivia, me cambió la forma de ver el turismo. El Quantum E4 Montañero no solo me llevó a conocer paisajes increíbles, también me conectó con una forma de viajar más responsable, más humana, más verde.
Si alguna vez visitas Cochabamba, te recomiendo que vivas esta experiencia.
Porque viajar limpio… se siente mejor.